Hay tags que son resultones, como el de «nativos digitales», que ya es habitual encontrar en los medios de comuniación, y que ya ni se discute ni causa mayor polémica, es útil. Incluso hay blogs que lo utilizan para indicar su temática: «nativos digitales: niños y jóvenes frente a la tecnología«. Según la wikipedia, Éste término fue acuñado por Marc Prensky, apareciendo por primera vez en su libro Inmigrantes Digitales en 2001 y en el 2008 Enrique Dans le dedicaba un post diciendo que se utiliza en contraposición a «inmigrante digital» y que se utiliza para definir a los integrantes de generaciones recientes, personas que han nacido completamente rodeadas por un entorno digital. Se trata de una brecha generacional que no solo separa a los jóvenes de los adultos, sino que además implica modificaciones en los estilos cognitivos profundos, como señalaba Alejandro Piscitelli en el año 2005 en el blog Educación y TIC: «Lo que realmente interesa es saber hasta qué punto las funciones intelectuales, las habilidades cognitivas y las capacidades para volver inteligible el presente complejo, difieren o no en la generación digital respecto de sus padres o abuelos.»
El problema del uso de este término consiste en una «naturalización» de procesos de aprendizaje, como si el hecho de estar en contacto desde pequeños con las tecnologías digitales nunca hubieran tenido que «aprender» a usarlas y a darles un sentido, sino que se relacionan con ellas de forma «natural», no mediada por el aprendizaje y las prácticas culturales. Frente a ese uso natural y espontáneo se proponen entonces medidas educativas: adaptar la educación a este nuevo estilo cognitivo, o enseñar a los niños un uso «responsable» de la tecnología. Además, el término suscita la idea de que están en la «vanguardia», que marcan «tendencia» y que son de «otro mundo» (El País, 2005), simplemente por el hecho de «militar» o de «habitar» en un mundo distinto de sus mayores pre-digitales que son «inmigrantes» y tienen un mundo «analógico» con el que comparar el presente «digital» y del cual se sienten «extraños» porque han tenido que aprender a usarlas y adaptarse a ellas. Estos argumentos conllevan explicaciones unidireccionales de cambio social e intergeneracional, y marcan la causa de la diferencia en las propias tecnologías, no en los distintos modos de aprendizaje, de apropiación de las mismas y creación de nuevas. También podría decirse, siguiendo la misma metáfora, que padres y abuelos fueron los «pioneros» de este mundo digital, los primeros inventores, descubridores y colonizadores de este «nuevo mundo» que abrieron nuevos futuros a sus hijos.
El peligro que veo yo en el uso de estas categorías es, por una parte, el innatismo o naturalismo que invisibiliza los procesos de aprendizaje y de socialización en las tecnologías digitales, y por otra, las connotaciones del término «nativo» como opuesto a «inmigrante». Finalmente, se utiliza como «tipo ideal» al que se le otroga una serie de características o rasgos de personalidad, atributos, pericias y capacidades, un ethos y un cognoscer diferenciado que se atribuye a una nueva cultura digital, digna de un estudio antropológico, según danah boyd citada por Juan Freire en el año 2007. Aproximándose a Margaret Mead y la corriente de cultura y personalidad, cada cultura tendría su ethos, su individuo «típico» y unos rasgos de personalidad que l0 definirían. El problema es que para ser «nativo» digital basta con haber nacido después de 1982 (en España) y descargarse videos de Internet. Es decir, el considerar la cultura digital como un todo homogéneo que puede definirse por un conjunto de rasgos o características que la definen frente a otras no-digitales. Pero además, considerar que esos rasgos, y ahí Mead nunca estaría de acuerdo, son consustanciales a todo un colectivo.